La organización ANDO Sataute celebró la semana pasada un encuentro formativo sobre igualdad, en un ambiente participativo y de forma amena se dio amplia información sobre este pilar básico y necesario para mejorar la sociedad. Las compañeras Puri, Rosalía, y Naomi explicaron varios aspectos relacionados con el feminismo y su transversalidad, de cómo ponernos unas gafas violetas imaginarias para entender la realidad desde otras perspectivas y realizar acciones para cambiar la situación de nuestro municipio y del mundo, desde el compromiso de responsabilidad individual y colectiva, de todas las personas, de actuar para tener los mismos derechos y las mismas oportunidades.
En 2020 se cumplirán 25años desde que la Plataforma de Acción de Beijing de las Naciones Unidas estableció el modo de eliminar barreras que impiden que las mujeres avancen. ONU Mujeres (www.unwomen.org/es) sostiene que “es hora de que la igualdad de género sea realidad”.
En estos días que se pretende limitar el acceso de la población infanto-juvenil a la formación por medio de cualquier charla, taller o actividad que afecte a cuestiones sobre la identidad de género, el feminismo o la diversidad LGTBI Ando Sataute quiere recordar que de lo que se habla es de derechos y libertades fundamentales.
Las mujeres han protagonizado a lo largo del siglo XX y primeros años del XXI una revolución sin precedentes para acceder a la ciudadanía civil, política y social. Así se ha logrado el derecho al voto y el acceso a la educación y al empleo, y se han desarrollado sistemas legales que garantizan la igualdad formal.
Sin embargo, estamos lejos de alcanzar la igualdad real. Siguen perdurando brechas de desigualdad y discriminación en todo el mundo, algunas de ellas tan flagrantes como el hecho de que 750 millones de niñas sean casadas anualmente antes de los 18 años o de que 7 de cada 10 mujeres sufran violencia física o sexual en algún momento de su vida.
En este país, el retroceso en derechos y bienestar durante el franquismo fue especialmente profundo para las mujeres. La división sexual del trabajo y la priorización de lo doméstico se convirtieron en piezas clave de la concepción del Estado franquista. La legislación laboral restrictiva trataba de impedir la independencia económica de las mujeres, que hubiera podido sustentar su emancipación, limitando legalmente su acceso al empleo, especialmente entre las casadas.
El franquismo también acabó con la coeducación promovida durante la Segunda República y retomó la educación segregada por sexos, estableciendo una educación diferenciada y subordinada al varón que la preparaba para permanecer dentro del hogar.
El efecto de tales políticas no acabó con el advenimiento de la democracia, y la herencia franquista ha perdurado -y perdura- durante mucho tiempo en sesgos institucionales, legales y, sobre todo, culturales, pero también en lo relativo a las oportunidades económicas. De hecho, España sigue teniendo una de las menores tasas de empleo femenino de la Unión Europea, por debajo de un 60% para la población entre 20 y 64 años.
El franquismo reprimió también la sexualidad en cualquiera de sus ricas expresiones, persiguió y castigó de manera cruel la homoxesualidad y la transexualidad. Hoy por hoy es manifiesto que el acceso a una educación sexual de calidad tiene resultados importantes sobre la autoestima, ayuda a tomar decisiones más autónomas, responsables, coherentes y con menos riesgos. La persona es capaz de negociar mejor dentro de una relación sus prácticas anticonceptivas. Pero, al no regularse, la educación se connota de religión, de moral o de economía. El desarrollo integral en esta materia está estrechamente vinculado a la igualdad de oportunidades, y la no existencia de un clima de respeto y de igualdad genera desigualdades, discriminación, homofobia, transfobia y violencia contra las mujeres, dentro y fuera de las aulas.
La llegada de la democracia eliminó todos los impedimentos legales que perpetuaban la desigualdad de género, y se produjeron importantes avances en educación y en la incorporación de la mujer al empleo y a la acción política. No obstante, estos avances han sido insuficientes a la hora de cerrar brechas y acabar con discriminaciones que el movimiento feminista no dejó de denunciar, incluida la violencia hacia las mujeres por el simple hecho de serlo.
El feminismo es un movimiento social que ha construido una teoría política que tiene trescientos años de historia cuyo objetivo es conseguir la igualdad entre hombres y mujeres y plantea que para ello no es suficiente la igualdad formal o legal sino que es necesario un nuevo contrato social.
Enlaces de interés
Para ampliar información sobre el marco normativo puede acceder a la normativa básica o a la que se ha desarrollado en todas las esferas:
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