Loly Verde Trujillo para ANDO Sataute.
Es sabido que la llamada “crisis económica” no repercute en igual medida en los distintos sectores de la sociedad. Siempre que hay desequilibrio social por algún motivo la parte más perjudicada es la misma, la más vulnerable, por tener menos medios económicos o por tener una condición o consideración social diferente.
Un efecto de la crisis económica que no podemos cuantificar, pero que, a mi juicio, es el más nocivo de todos es la igualdad efectiva entre mujeres y hombres dentro y fuera del mercado de trabajo desapareciendo, casi por completo de la agenda política el análisis y consideración de este aspecto.
La atmósfera de crisis, desempleo, recortes en gasto social y amenazas de intervención de la economía española por parte de las autoridades monetarias europeas apenas si deja espacio para el desarrollo de otros debates y otras políticas. Como si fuera un lujo de tiempos de bonanza económica la crisis ha hecho desaparecer la igualdad del escenario público. Y es verdad que basta con mirar la realidad social para darse cuenta de lo mucho que se ha conseguido en igualdad entre mujeres y hombres en España en los últimos años, pero también lo es que esa misma mirada nos revela que todavía es mucho el camino que queda por andar para lograr una completa y real igualdad entre los dos sexos en muchos de los aspectos de la vida, incluido el del trabajo. Sin el impulso del debate público sobre la necesidad de avanzar en igualdad y sin la voluntad política de hacerlo será, sin duda, mucho más difícil recorrer ese camino. Se puede, incluso, volver hacia atrás, como ha sucedido en la regulación de la reconciliación de la vida familiar y profesional.
De este modo, no solo no hemos avanzado en corresponsabilidad, sino que retrocedemos incluso en reconciliación, perdiendo, en cualquier caso, en igualdad de género. El pretexto para caminar en esta dirección ha sido la crisis económica. El contexto ha sido otro muy diferente: una contrarreforma ideológica impuesta por un Gobierno conservador que considera la igualdad real entre mujeres y hombres como algo despreciable.
La pereza moral e intelectual de quienes nos gobiernan es un inconveniente serio para que el gasto público social tenga entre nosotros el tratamiento adecuado. La obsesión con el déficit, aunque sólo por el lado de los gastos, no de los ingresos, casi siempre les lleva a encontrar las soluciones al mismo en las partidas del gasto social; sin embargo, se podrían aumentar los ingresos por la vía de recaudar más, subiendo el gravamen a los que disponen de grandes patrimonios o riqueza excesiva cuestión que no se plantea en detrimento de las necesidades sociales.
Las medidas tomadas para salir de la mal llamada “crisis económica” por los distintos gobiernos del estado, han generado un aumento de las violencias cometidas hacia las mujeres, y un repunte de las desigualdades.
La violencia hacia las mujeres tiene distintas caras, no sólo existe la violencia física, que quizás sea la más visible, sino también las violencias económicas, institucional, o estructural entre otras. Por un lado la indiferencia y por otro la falta de medidas para erradicar estas violencia, ha generado que en la actualidad la brecha salarial haya llegado hasta el 24%, situando a España en los puestos de cabeza dentro de la Unión Europea respecto a la diferencia de salario entre hombres y mujeres; el gobierno con su inactividad ha generado que las desigualdades no sólo no disminuyan sino que se hayan ido perpetuando y manteniendo en el tiempo. Se han mermado los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres con la modificación de la ley orgánica, de salud sexual y reproductiva y de interrupción voluntaria del embarazo. En los presupuestos se siguen reduciendo las ayudas a la dependencia, teniendo en cuenta que ésta recae en su mayoría en las mujeres, nuevamente somos vapuleadas.
A las mujeres se nos criminaliza por ser violadas, asesinadas,… culpabilizándonos de actos que comenten hombres por el simple hecho de ser mujer, incluso los representantes de las instituciones que deberían velar por los derechos de las mujeres desvirtúan la realidad en un afán de perpetuar el poder del patriarcado.
Es bandera de toda persona, sea hombre o mujer, ser sensible a esta aplastante realidad que es la desigualdad y sus consecuencias y que nos afecta a todos y a todas.
La erradicación de la desigualdad entre hombres y mujeres es en todos los sentidos una lucha común que hay que defender desde todos y cada uno de los bandos para lograr una sociedad más justa, más equitativa y por lo tanto más valiosa.
“La inversión en mujeres, y su participación, no es solo un imperativo moral —dice Sharan Burrow, Secretaria General de la Confederación Sindical Internacional—, sino también una inversión en democracia y un baluarte contra el fundamentalismo y la opresión”,
BIBLIOGRAFÍA.
Claves de género de la crisis económica en España. María Luz Rodríguez Fernández.
Gálvez, L. y Torres, J. (2010), Desiguales. Mujeres y hombres en la crisis financiera, Barcelona, Icaria.
Agenjo, A. (2011), Lecturas de la crisis en clave feminista: una comparación de la literatura en torno a los efectos específicos sobre las mujeres, en Papeles de Europa, n. 23, pp. 70-100.
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