Otra Mirada. Programa
Laura Cobos Herrero. Ando Sataute
Tal como puede verse en el borrador de Programa de Cultura y Educación, si se consulta en este blog, Ando propone asumir las directrices de varios proyectos europeos, uno de ellos es el que ahora presentamos, “La ciudad de los niños”, con el fin de que pueda valorarse su contenido, antes de profundizar en el documento original.
El proyecto “La ciudad de los niños” [i]es un proyecto internacional, que nace en Fano (Italia), en mayo de 1991, de la mano del psicopedagogo y pensador italiano Francesco Tonucci y en cuyo desarrollo y coordinación colabora el Instituto de Ciencias y Tecnología del Conocimiento del Consejo Nacional de Investigaciones de Roma. Actualmente, se halla extendido por un centenar de ciudades de Italia, España y Latinoamérica.
JUSTIFICACIÓN Y NATURALEZA DEL PROYECTO
El proyecto no trata de ser una propuesta exclusivamente de tipo educativo o simplemente de ayuda a los niños, sino que ha tenido desde su inicio una motivación política: trabajar hacia una nueva filosofía de gobierno de la ciudad, tomando a los niños como parámetro y como garantía de las necesidades de todos los ciudadanos. No se trata de aumentar los recursos y servicios para la infancia, se trata de construir una ciudad diversa y mejor para todos, de manera que los niños puedan vivir una experiencia como ciudadanos, autónomos y participativos.
La degradación de las ciudades está provocada, en gran parte, por la decisión de privilegiar las necesidades de los ciudadanos adultos, hombres y trabajadores como prioridad económica y administrativa; esto afecta a todos los ciudadanos, especialmente a los más débiles y a los más pequeños.
El costo que pagan los niños
La imposibilidad de satisfacer las necesidades primarias de los niños, como, por ejemplo, la experiencia de jugar con sus amigos sin ser controlados por los adultos, en los años en los que se construye la personalidad del hombre y de la mujer, tiene un precio personal y social muy alto, que perjudica la formación de adultos serenos, responsables y conscientes.
Las soluciones privadas como recurrir a la defensa personal (las puertas blindadas, los sistemas de alarmas), acompañar a los niños en coche, etc., no ofrece una solución adecuada a las exigencias de los más pequeños, que frecuentemente se exponen a largos periodos de soledad, en los que consumen horas en juegos de ordenador, que favorecen su insociabilidad y su agresividad hacia los demás. Es preciso pensar en soluciones sociales que impliquen un cambio real de la ciudad, de sus características estructurales y del comportamiento de los ciudadanos.
Cambiar el parámetro
Los niños desde pequeños, son capaces de interpretar y de expresar sus propias necesidades y contribuir al cambio de su ciudad. Sus necesidades coinciden con las de la mayor parte de los ciudadanos, sobre todo con las de los más débiles. Vale la pena darles la palabra, llamarlos a participar, porque quizás en su nombre y por su bienestar, es posible pedir a los ciudadanos adultos los cambios que difícilmente estarían dispuestos a aceptar y a promover por otros motivos.
(…) Una ciudad adecuada a los niños es una ciudad adecuada para todos.
PROPUESTAS
La autonomía: Desde el inicio el proyecto ha asumido como uno de sus objetivos principales el hacer posible que los niños puedan salir de casa sin ser acompañados, para poder encontrarse con sus amigos y jugar en los espacios públicos de su ciudad: desde el patio de casa, a la acera, de la plaza al jardín.
La participación: Un instrumento fundamental para reconstruir un ambiente acogedor y
disponible, relacionado con los niños, es pedirles que contribuyan, llamarlos a colaborar para hacer un cambio real del ambiente urbano. La ciudad, a través de su gobierno, puede participar con los niños, sobre todo, en aquello relacionado con la reestructuración de espacios, infraestructuras y lo relacionado con la movilidad de los peatones. Mediante una correcta participación, los niños viven importantes experiencias de ciudadanía que contribuyen al bienestar de todos.
La seguridad: El tráfico, la contaminación y la presencia de personas peligrosas hacen pensar a los adultos que es imposible que un niño baje a la calle solo para jugar con sus amigos. La alternativa es la participación, «la ocupación» social de los espacios públicos.
La movilidad: La movilidad de los niños, que hasta hace pocas décadas era parecida a la de sus padres, hoy en día casi ha desaparecido, mientras que la de los adultos ha aumentado muchísimo. En las experiencias realizadas desde hace casi diez años, se ha comprobado que la presencia de niños por la calle, para ir a la escuela o para buscar a sus amigos e ir a jugar, desarrolla en los adultos actitudes sociales de responsabilidad y de protección que funcionan proporcionando seguridad para los niños
El niño en la cabeza de los adultos: El proyecto, a través de las ideas y propuestas de los niños y mediante la realización de sus proyectos, tiene como objetivo construir una cultura de la infancia en los adultos y especialmente en los que gobiernan. Este objetivo se considerará cumplido sólo cuando los adultos entiendan que el dinero utilizado para que los niños estén mejor no es un gasto sino una inversión.
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