Artículo seleccionado por Ando Sataute
Publicado por GOB el Mar, 06/23/2015 – 09:43
Las explicaciones científicas tradicionales dicen que las especies están en competencia unas con otras y que se acaba imponiendo una selección donde quien pierde desaparece.Otras teorías más modernas dicen que tienen éxito las formas de vida que cooperan. Sea porque aplican una fórmula u otra, hay especies que se mantienen presentes desde tiempos inmemoriales. Y en Menorca tenemos un ejemplo de récord mundial.
Se trata de un animalito de pocos centímetros, con un ciclo de vida corto y que sólo habita en las balsas de agua dulce temporales. Popularmente se le llama tortuguita, porque tiene un caparazón que recuerda un poco la de la tortuga. Su nombre científico esTriops cancriformis. No es una especie muy conocida por la gente, pero su historia tiene mucho mérito.
Porque historia es lo que más tiene. Más que cualquier otro. Porque hace más de 200 millones de años que habita este planeta. Un enorme lapso de tiempo donde han aparecido y desaparecido miles de especies.
Con toda su discreción, dentro de sus estanques temporales de chubascos de otoño y primavera, su hábitat se fue desplazando geográficamente al ritmo con que los diferentes continentes se iban separando del antiguo, grande y único supercontinente de Pangea.En aquel tiempo remoto, el Triops ya estaba.
Como el agua es indispensable, los antepasados de las actuales tortuguitas, pudieron ver de cerca las bocas enormes de los dinosaurios. Y también como todo el mundo temblaba por el enorme golpe de un meteorito que subsumir la Tierra en un cambio drástico que se tradujo progresivamente en la extinción del 75% de las especies que existían. Sería como pasar por una larga película de miedo.
Después vieron cómo iban a beber a la charca los primeros pájaros, que eran todavía como dragones con plumas, y también los primeros mamíferos, muy pequeños e ignorantes todavía del éxito que acabarían teniendo con el tiempo.
Pasando los siglos, pudieron ver el conejo gigante que habitaba Menorca, y más tarde las cabritas que llegaron desde el continente cuando Gibraltar se cerró y el Mediterráneo era un desierto de sal. La presencia de las cabras causó un importante cambio en la vegetación de la isla, hasta que, aún mucho más tiempo después, llegaron los primeros humanos y se acabaron las cabritas.
Mientras todo cambiaba, en ese breve reducto de agua de lluvia se continuaba con la estrategia de crecer rápido comiendo lo poco que había en el alcance y reproduciéndose a partir de huevos, su principal tesoro. Porque estas simientes pueden resistir sequías y heladas, y también -muy importante- se pueden pegar a las patas de los pájaros y colonizar otros balsas similares. Cuando se dan las condiciones de presencia de agua dulce y cierta temperatura, los huevos eclosionan y las tortuguitas hacen su vida frenética de un mes y medio de duración. Así llevan 200 millones de años.
No sabemos los años que se pueden conservar en vida los huevos de la tortuguita, pero en todo caso podemos tener su caso en la memoria para no pisar nunca, cuando está seca, una zona que sabemos que se embalsa en época de lluvias. En aquel barro reseco y aparentemente inhóspito, puede haber mucha vida dispuesta a activarse cuando sea oportuno.
Las cosas no siempre son lo que parecen. Los humanos nos autodenominado la especie superior. Claro, como las otras especies no hablan, nadie nos lo puede discutir. Quizás si pudiéramos hablar con la tortuguita de las balsas, nos diría que no hace ni cuatro días que hemos llegado. Y que tal vez nos iría bien un poco más de modestia a la hora de tomar decisiones y establecer las reglas como si fuéramos los únicos que cuentan.
Quizá algún día alguien inventará un sistema para comunicarnos con este molusco que parece un Trilobites con dos colas. Con 200 millones de años, deben tener una filosofía de vida muy interesante. O al menos una experiencia que nadie supera. Estaría bien poder saber si creen más en la competencia o en la cooperación. Si acaban teniendo más importancia las reglas o las excepciones, la agresividad o la resiliencia, la rapidez o la constancia …
Dicen que lo pequeño es hermoso, y que lo que es gordo es poderoso. Alguien emitió el deseo de pedir que sea poderoso lo que sea bonito. Las tortuguitas de baja son pequeñas, algunos las encuentran a más bonitas. Y parece indiscutible, por su trayectoria, que son poderosas.
(Artículo publicado por Miquel Camps, como coordinador de política territorial del GOB en Menorca, en el Diario Menorca de 06.22.15)
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